Con tristeza escribo este nuevo post después del periodo vacacional.
El pasado mes de Julio un buen empresario catalán sin título conocido en los medios de comunicación marchó al cielo. Persona de gran corazón y gran humildad supo saber estar, saber hacer y saber desaparecer sin ruido alguno. Tras una larga enfermedad nunca hubo queja alguna.
Hombre de ideas claras con gran sentido común sin ningún rastro de prepotencia. Donde su mejor versión era la de menos es más. Y sobretodo con gran sentido del humor.
Joan Petit era su nombre. Persona discreta en la que enseñó a su familia directa, empleados y amigos el empeño a la tarea del árduo trabajo. Trabajo de calidad con muchas horas en la espalda, donde los anillos no se caían al suelo.
Joan junto su hermano Miquel (el mejor tandem de armonia y fuerza), tras morir su padre, tuvieron que gestionar una empresa familiar dedicada a los cartonajes ondulados. El know how de esta empresa es el esfuerzo constante de adaptación a las necesidades de cada mercado. Innovación en sus plantas industriales y constante formación al equipo humano. Donde sus envases y embalajes de cartón ondulado protegen, cuidan, informan y venden.
Fué un hombre muy amigo de mi familia. En definitiva la familia Petit casi se podría considerar familia nuestra.
Durante cierto tiempo, cuando mi padre no tenía claro el tema de la sucesión en la empresa familiar, acudió a él para seguir sus sabios consejos.
Aún así consiguió que nuestra empresa familiar pudiera tener un protocolo familiar. Dicho protocolo no lo miraba como una serie de normas a seguir sino como un gran resultado a un amplio debate para aunar familia con empresa.
Joan ha sabido dejar una buena huella y un buen legado. El claro ejemplo está en su mujer Maria Teresa y sus cinco hijos Joan, Lourdes, Montse, Santi y Terete. Sin olvidarme de sus nueras (Thaïs y María) y yernos(Óscar, Lluis e Ignasi +) junto sus nietos.
Hombre apacible donde enseñó a su familia a ser generosos, constantes y discretos.
Un mes antes de marcharse dijo:
No olvides nunca que la empresa es importante pero aún más la familia. Es la clave.
Ojalá hoy en día hubieran empresarios así.
¿Te animas?
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